miércoles, 28 de noviembre de 2007

Días grises


Días grises, gris como mi estado anímico, oscuros como el camino de mi vida hoy en día. No veo la luz, no encuentro la paz, solo veo mentiras, solo veo una cara de la medalla y no me dejan ver la otra. Me pregunto que habré hecho yo en mi vida para tener que vivenciar tanta desilusión. Sin duda se que poco depende de mi y que poco puedo hacer, solo seguir adelante sin mirar mucho atrás ni adelante tampoco.

Miro lo que fue toda mi inocencia, mi sensibilidad aplastada en el suelo, mis mejores años de juventud atravesados por un gran mal que ha venido del exterior y del cual no consigo deshacerme.

Se que solo depende de mi estar serena a pesar de las circumstancias externas, pero no puedo seguir viviendo al lado de alguien que tiene la clave de la verdad y que por motivos ocultos no la revela. Ante tanta ambigüedad mejor quedarse solos que mal acompañados. Hay que pedir ayuda pero muchas veces no es preciso pedirsela a cualquiera.

Quizás, entre tanta confusión, muchos de los que han estado o estan a mi lado son mas que dignos de mi confianza y de mi amor pero ahora no puedo verlo y al no poder verlo no me queda otra cosa que la soledad.

Es triste sentirse solos estando acompañados, es como darte la ilusión de una vida compartida sin poderlo compartir todo o a lo mejor lo mas importante.

martes, 27 de noviembre de 2007

No se hacen fotocopias

No se hacen fotocopias
Como ser humano, uno tiene la sensación de que la información tal y como la percibimos es una representación fiel de la realidad. Sin embargo, un acercamiento no ingenuo nos hace ver hasta qué punto gran parte del resultado se debe a un proceso que tiene lugar en la mente. Así lo han ido demostrando todos los que desde diversos planteamientos (filosóficos, psicológicos, neurológicos, etc.) han reflexionado sobre el problema.
Esto nos lleva a considerar que existen diferentes interpretaciones, todas ellas compatibles con una misma realidad. El asunto se complica un poco más cuando la realidad está generada por el hombre, es decir, cuando existe una intención concreta por parte del que la crea. Por ejemplo, al transmitir una información el que la emite es el que está creando la realidad y, por lo tanto, él es el que, en última instancia, determina su valor de verdad. Lo mismo se puede decir de cualquier obra de arte: es un objeto real pero creado con una intención por parte del autor. Ahora bien, una vez que el emisor o el autor se desprende de ella, el mensaje o la obra se convierte en algo independiente de la intención que la originó.
Por eso, las palabras que uno pronuncia actúan como realidad externa para el que las recibe y la información que el emisor trata de transmitir no siempre es la que el receptor del mensaje percibe. Todos somos víctimas de malentendidos; a veces observamos con asombro cómo nuestro mensaje se transforma en un monstruo en la mente del otro y, a veces, generamos monstruos con sus mensajes. Cada uno piensa que el otro está equivocado, como no podría ser de otra manera, porque de lo que podemos estar seguros es de lo que nosotros hemos percibido. Pero el otro siempre puede tener razón.
Creo que el origen está en que siempre se parte del siguiente axioma: “la información conduce de forma directa e inequívoca a un único mensaje”. Actuar así puede resultar bastante adaptativo. Pero un análisis más racional debe hacernos ver que la interpretación depende, al menos, de dos variables: del propio mensaje y del estado del sistema de conocimiento, es decir, de lo que “tiene en la cabeza” la persona que lo recibe.
Por suerte, la mayor parte de los mensajes no producen grandes problemas. Pero cuando el contenido emocional del mensaje o el estado emocional del emisor y el receptor son parte importante de la interacción, es muy probable que se produzcan malentendidos. Si uno quiere evitarlos hay que tener en cuenta cómo es la forma en la que se procesa la información.
Voy a utilizar uno de los ejemplos clásicos, en los que una misma realidad puede percibirse de forma diferente porque de alguna forma es ambigua y, por tanto, compatible con diferentes realidades según sitúe uno el foco de atención. En esta figura puede verse una joven o una vieja; observándola con un poco de detenimiento se perciben fácilmente las dos. Pero supongamos que dos personas ven durante unos segundos la imagen por primera vez y que perciben figuras distintas, en este caso sería imposible ponerse de acuerdo sobre lo que hay en la imagen y serían víctimas de un malentendido insalvable.


En otros casos, la realidad no es ambigua, pero la forma en la que se presenta la información propicia el malentendido. Para entendernos nos puede servir el ejemplo que pone Alejandro Polanco Masa, en atontados: “Lo más intrigante de esas visitas es el comportamiento de la gente que entra en la librería, algo que también he podido observar en otras [situaciones] similares. En la puerta hay un cartel, bastante grande, en el que puede leerse sin dificultad alguna: NO SE HACEN FOTOCOPIAS. Bien, pues si cada hora entran en la librería diez personas, inevitablemente ocho de ellas entran preguntando si se hacen fotocopias”. Lleva razón, el cartel puede leerse sin dificultad. Pero la gente no está leyendo. Probablemente si acompaña a las ocho personas a la puerta y les pide que lean el cartel, todas dirán que pone “no se hacen fotocopias” e incluso pedirán disculpas por el error. Pero claro, ocho de cada diez personas no pueden estar equivocadas.
El sistema de procesamiento no analiza detenidamente toda la información: dispondríamos de un sistema muy poco eficiente si lo hiciera, por eso una vez que aprendemos a leer, la lectura se hace con información parcial e incluso en condiciones sorprendentes.
El cartel no está diseñado para la función que pretendía. Nadie espera –y por tanto las expectativas juegan en su contra– que le digan lo que no se hace: no se hacen fotocopias, no se hacen operaciones de cirugía estética, no se dan clases particulares… Por tanto, lo que atrae la atención es la palabra FOTOCOPIAS y el NO pasa completamente desapercibido. ¿Llevaríais a un hijo un local donde en la puerta pusiera “no se asesinan niños”? Más bien darían ganas de llamar a la policía.
Cuando uno pretende transmitir un mensaje tiene que tener siempre en cuenta el estado de la mente del que lo recibe. Si uno lo conoce bien, la probabilidad de acertar es mayor. Uno sabe que determinadas cosas van a producir un efecto determinado en un amigo y otro muy distinto en su madre. Si el mensaje es para el público en general, se debe tener en cuenta el modelo general de procesamiento de la información. La realidad es la misma, el estado del sistema de conocimiento no. En nuestro ejemplo lo que el dueño de la papelería quiere es que el mensaje represente la misma información para la mayoría. Por lo tanto, si ocho de cada diez personas entran a hacer fotocopias, debe quitar el cartel o probar con la palabra FOTOCOPIAS tachada; seguro que es más efectivo.
Inevitablemente siempre se producirán malentendidos, siempre habrá alguien que interprete nuestro mensaje de una forma que no habíamos previsto. La única forma posible de aclararlo es intentar ver si la otra interpretación también es compatible con la realidad.
Por María José Hernández Lloreda http://librodenotas.com/elojoqueve/12588/no-se-hacen-fotocopias

Yo o los demás...

Siento que necesito salir y abrirme al mundo pero no es el momento mas adecuado, las calumnias avanzan sin cesar y no puedo dejar que el exterior, por falta de datos, penetre mi interior y me perjudique injustamente. No quiero que nadie me pueda herir una vez mas con su ignorancia, con su falta de sensibilidad, creiéndose desde su escenario de grandeza y magnificiencia de estar en la verdad y en lo justo. Pero ¿quien lo está de verdad? En realidad nadie.
Vivimos en una época en la que todos o casi todos piensan que su verdad tiene que ser la de otros. El respeto ya no se sabe donde viva y aunque nadie pida consejo u opinión, te invaden la vida, hasta que uno se lo permita, claro. No saben que el silencio a menudo es índice de respeto por la vida ajena y que solo es preciso hablar con conocimiento de causa y cuando el otro lo pida. Y las verdades a medias no son otra cosa que mas puñaladas traperas.
Falta de consciencia en estos tiempos o quizás nos hemos alejado ya de ella hace mucho.
La cuestión es encontrar la formula para seguir reflexionando, para crecer interiormente, ser uno mismo sin que otros intenten obstruir o bloquear tu esencia. Me imagino que este haya sido el dilema de muchos, en el fondo no se puede vivir sin empatías, no seríamos humanos si no pensaramos en los demás, pero aun asi los demás nos crean conflictos o nosotros mismos nos los creamos.
He vivido años de luchas para intentar cambiar acontecimientos y personas, con todas mis buenas intenciones, como si fuera por obra divina y omnipotente, pero ¿quien me creía que era para poder pensar en cambiar a los demás a mi gusto? Quizás algun ser divino o immortal, no? Y por la inmensa prisa por realizar mis sueños, he insistido donde quizás el partido ya estaba perdido de antemano. Ahora lucho para que me respeten mi espacio, mi persona, mi alma y mi vida privada; ya no quiero cambiar a nadie ni quiero nada que la vida misma no me quiera dar. A veces intentando ayudar a los demás uno deja de ayudarse a si mismo o pierde su propio camino que tanto le ha costado encontrar. Es agradable dejarse llevar por las profundas pasiones pero sin caer nunca en las abismales obsesiones, solo para no hacerse demasiado daño y para preservar un espacio vital donde quererse, querer y avanzar.

Mi jardín del Eden


He encontrado un jardín del Eden muy cerca de mi casa. Detrás de un pequeño bosque y al lado de una pared de piedra se extiende un maravilloso jardín de verdes pinos mediterráneos, viejos algarrobos que crecen encima de un césped de margaritas amarillas, yedra y algún matojo de romero.

El silencio es absoluto, solo se escuchan pajaritos y el susurro del viento entre las ramas de los pinos. No me extrañaría encontrarme con algun duende, seguro que viven por aqui también en este precioso rincón del mundo.

De repente se me acerca un gnomo y me pregunta, ya que creo en estos seres, si quiero conocer el mundo del sotobosque, me dice que el me traerá, si quiero.

Dudando le digo que me gustaría pero...me pregunta de que tengo miedo y le contesto que quizás no quiero perderme demasiado en mi mundo fantástico. El gnomo me comenta que ese mundo existe y que no tengo que ignorarlo porque solo sería contraproduciente para mi. Me explica que ese mundo me ensañará otros caminos para desarrollar mi potencial y que no debo tenerle miedo. 'El mundo tangible siempre seguirá estando allí, no te pierdas lo que ya has encontrado!'.

Finalmente me decido y me encamino hacia el sotobosque, el lugar donde reside parte de mi fantasia.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Luna de transformación


Luna de transformación,
Mi espíritu canta al cambio,
pues he bailado los ritmos del trueno y de la lluvia.
He llenado con sonrisas,
Librando a mi corazón del dolor,
Abrazando toda la curación de
Salida sin reproche.
Me he bañado en la luz del sol,
He montado en el viento,
He aprendido las lecciones
Llegando a ser mi mejor amigo.
Moldea mi camino con alegría,
A medida que mi visión entra en mí,
Arraigándose en el presente,
Llegando a ser realidad tangible.

viernes, 9 de noviembre de 2007


El obscurecimiento de la luz

Hace tiempo que la oscuridad ha entrado por la puerta y no nos abandona. Algun mal tenebroso asecha y nos impide encontrar la serenidad y el armonía que necesitamos para seguir adelante en nuestra vida.
La inspiración y la creatividad se asoman y se escapan delante de tanto derrumbe. Mi vida tambalea y el amor que sentía ya no lo siento, como si estuviera inmunizada para ello. Una muralla alta y tan antigua como la vida misma, me separa del amor y de todo sentimiento hacia él. Ante tal crueldad es imposible no defenderse y seguir soportando golpes bajos y mezquinos. El sentimiento de supervivencia grita en cada rincón y no deja que me pise gente que con su absoluta falta de espiritualidad intenta rebajarme para reafirmarse a si misma. Desgraciadamente quien se comporta de ese modo solo demuestra su sentimiento de inferioridad. Quienes necesitan atacar a otros solo demuestran cuan inadecuados se sienten.
En tiempos de obscurecimiento de la luz, hay que soportar la miseria y aceptar las dificultades, no dejarse involucrar por comportamientos innobles y mantener firme la propia integridad moral.